miércoles, 13 de mayo de 2020

NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA

NUESTRA SEÑORA DE FATIMA
PRIMERA LECTURA Ap 21, 1-5a
y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén,
ataviada como una esposa que se engalana para su esposo.
Lectura del Libro del Apocalipsis
Vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido,
y el mar no existía ya.
y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén,
que descendía del cielo, del lado de Dios,
ataviada como una esposa que se engalana para su esposo.
Oí una voz grande que del trono decía:
He aquí el tabernáculo de Dios entre los hombres,
y erigirá su tabernáculo entre ellos,
y serán su pueblo y el mismo Dios será con ellos,
y enjugará las lágrimas de sus ojos,
y la muerte no existirá más,
ni habrá duelo, ni gritos, ni trabajo,
porque todo esto es ya pasado.
Y dijo el que estaba sentado en el trono:
He aquí que hago nuevas todas las cosas.
Palabra de Dios
SALMO RESPONSORIAL Jdt 13, 18bc.19-20a. 20cd
R. Tú eres la honra de nuestro pueblo.
O: Aleluya.
Bendita tú, hija del Dios Altísimo,
sobre todas las mujeres de la tierra
y bendito el Señor Dios,
que creó los cielos y la tierra. R.

Tus alabanzas estarán siempre en la boca
de cuantos tengan memoria del poder de Dios.
Haga El que esto sea para tu eterna gloria. R.

Pues no has perdonado tu vida
por librar a tu pueblo.
En nuestra caída ha sido su socorro,
andando rectamente en la presencia de nuestro Dios. R.

ALELUYA cf. Le 1,45
R. Aleluya.
V. Dichosa eres, oh Virgen María,
porque has creído que se cumplirá
lo que se ha dicho de parte del Señor. R.

EVANGELIO ln 19, 25-27
He ahí a tu hijo. He ahí a tu Madre.
+ Lectura del santo Evangelio según San Juan
En aquel tiempo,
estaban junto a la cruz de Jesús su Madre
y la hermana de su Madre,
María la de Cleofás y María Magdalena.
Jesús, viendo a su Madre
y al discípulo a quien amaba, que estaba allí,
dijo a la Madre: «Mujer, he ahí a tu hijo».
Luego dijo al discípulo: «He ahí a tu Madre».
y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.




NUESTRA SEÑORA DE FATIMA
ANTÍFONA DE ENTRADA Heb 4, 16
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia,
a fin de recibir misericordia y hallar gracia para el oportuno auxilio.
ORACIÓN COLECTA
Oh Dios, que nos diste a la Madre de tu Hijo bienamado
como Madre nuestra,
concédenos, te pedimos,
que habiendo sido instruídos por sus preceptos
y repletos de un espíritu de verdadera penitencia y oración,
podamos cada vez más trabajar por la
ampliación del reino de Cristo para la renovación del mundo.
Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Lecturas: p.48

ORACIÓN DE LOS FIELES
En este sagrado lugar, donde la Santísima Virgen apareció,
oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre,
que nos dio a la Madre de su Hijo como Madre nuestra:
l. Por todos los fieles, para que, siguiendo las ensenanzas de María y con espíritu de verdadera penitencia y oración,
trabajen generosamente por la renovación del mundo
y por la ampliación del reino de Cristo,
roguemos al Señor.
2. Por los que ejercen algún ministerio en la Iglesia,
para que, en comunión de fe con María,
escuchen, amen y anuncien la Palabra de Dios con fidelidad
y entusiasmo siempre renovado,
roguemos al Señor.
3. Por los gobernantes de las naciones,
para que promuevan en el mundo la justicia y la paz,
y colaboren entre sí para establecer una distribución justa de los bienes,
entre todos los habitantes de la tierra,
roguemos al Señor.
4. Por todos los que sufren,
para que en comunión con María, consuelo de los afligidos,
encuentren en la amistad fraterna
y en la contemplación de la Cruz de Cristo
la fuerza para caminar al encuentro de la Vida,
roguemos al Señor.
5. Por esta asamblea y por nuestras familias
(por nuestro pueblo; por nuestra ciudad .... )
para que, por intercesión de María,
los que procuran a Cristo, Lo encuentren,
los pecadores se conviertan,
y los jóvenes se entusiasmen por el Evangelio,
roguemos al Señor.
Dios de bondad infinita,
que atiendes las súplicas de tu pueblo,
por intercesión de María,
Madre de tu Hijo y Madre de la Iglesia,
escucha nuestra oración y auméntanos la fe.
Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te ofrecemos, Señor,
el holocausto de reparación y alabanza,
para que, celebrando a la Bienaventurada Virgen María,
habiéndote compadecido de nosotros,
nos perdones nuestros delitos
y dirijas nuestros corazones vacilantes.
Por Jesucristo nuestro Señor.

PREFACIO María, imagen y madre de la Iglesia
V. El Señor esté con vosotros.
R. y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
Es verdaderamente justo y necesario,
propicio y saludable,
que te demos gracias siempre y en todas partes,
Señor, Padre Santo,
Omnipotente y Eterno Dios:
Y que te alabemos con las alabanzas debidas
en la celebración de la Bienaventurada Virgen María,
que recibió tu Verbo con corazón inmaculado
y mereció concebirlo en su seno virginal,
y así, dando a luz a su Creador,
favoreció los comienzos de la Iglesia.
Ella que junto a la Cruz recibió el testamento
de la divina caridad, aceptó a todos los hombres
como hijos, engendrados a la vida sobrenatural
por la muerte de Cristo.
Ella que cuando los Apóstoles esperaban a tu Espíritu
prometido, juntando sus oraciones a las de los discípulos,
se constituyó ejemplo de la Iglesia suplicante.
Y ahora asumida a la gloria del Cielo,
Ella acompaña a la Iglesia peregrinante con amor maternal
y guía benignamente sus pasos a la Patria celestial,
hasta que venga el glorioso día del Señor.
Por eso,
con los Santos y todos los Angeles
te alabamos,
proclamando sin cesar:
Santo, Santo, Santo.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Jdt 13, 24-25
Bendito sea el Señor,
porque ha ensalzado de tal manera tu nombre
que no cesarán tus alabanzas de la boca de los hombres.
O Jo 19, 26-27
Colgado en la Cruz,
dijo Jesús a Su Madre: «He aquí a tu hijo».
Entonces le dijo al discípulo que amaba: «He aquí a tu Madre».

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo recibido con alegría los sacramentos celestes,
te pedimos, Señor,
que nos sirvan de provecho a la vida eterna,
mientras nos gloriamos de proclamar
a la Bienaventurada y siempre Virgen María,
Madre de tu Hijo y Madre de la Iglesia.

Por Jesucristo nuestro Señor.

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