jueves, 6 de mayo de 2021

Domingo V de Pascua

 

Hermanos

¡Saludos a todos! En el quinto domingo de Pascua Jesús nos enseña una verdad importante: sin Él no podemos hacer nada. ¡Alguna vez alguno de ustedes ha cosido con aguja sin hilo? Aunque el hilo sea de oro no sirve para nada. Todo es en vano. Eso mismo pasa en nuestras vidas. Aunque tengamos cosas, aunque tengamos salud y juventud o bienes materiales. Todo eso es nada si no tenemos a Dios. ¿Qué tal si hoy mismo tuviéramos que morir? ¿De qué nos serviría tener todas las cosas y los esfuerzos realizados en nuestra vida si no tenemos a Dios en nuestras vidas? Eso es lo importante: tener a Dios en nuestro corazón. Eso se logra con una vida en gracia. La Gracia es la Vida Divina en el alma de un cristiano.

La vida en gracia es como una semilla puesta en nuestra alma el día de nuestro bautismo. Esa gracia tiene que crecer y madurar. Eso lo logramos cuando correspondemos a Dios. De ahí la invitación del apóstol San Juan: “Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras”. Cuando hacemos la Voluntad de Dios, la gracia de Dios crece en nosotros. Por ejemplo, si Dios nos pide perdonar o pedir perdón y lo hacemos, entonces la gracia de Dios se fortalece en nosotros y nos va transformando poco a poco. Si Dios nos pide sacrificios, renuncias, generosidad, humildad y hacemos su Voluntad, entonces la gracia seguirá aumentando en nosotros. Una persona que vive en gracia de Dios lo tiene todo. Si muere irá al Cielo. Porque en este mundo ya estaba unido con Dios.

Por el contrario, una vida sin Dios es lo más triste que existe. Será una vida en angustia y desesperación porque nada nos puede calmar la sed de infinito que hay en nuestro corazón. Y así la vida se torna aburrida y agobiante. Lo peor será que al morir vayamos al infierno para siempre. Esa es la verdadera y única desgracia.

Por eso, hoy pidámosle al Señor su gracia. Vivamos en unión con Él. Y si tuviéramos la des-gracia de perder “su gracia” vayamos a la confesión. Nuevamente recuperemos la gracia en nuestra alma. Así luchemos hasta el final. Así alcanzaremos la meta.

Pidamos a la Virgen María, “la llena de gracia”, que nos haga ir y volver siempre hacia su Hijo Jesús.

¡Bendecido Mes de Mayo a todos!